viernes, 12 de junio de 2009

no fue tan malo

Había temido ese día por mucho tiempo.

Siempre supo que no moriría de viejo. Mucha gente lo prefería muerto y tarde o temprano alguien encontraría la manera.

Ese día ni su gente de confianza sabía dónde estaba. Se sentó a comer en un restaurante que parecía agradable, en una mesa sobre la banqueta. Podía ver quién pasaría desde muy lejos.

De pronto se distrajo en sus pensamientos por unos segundos, y cuando menos se dio cuenta vio una gabardina que se detenía frente a él. Como en cámara lenta vio como un guante negro sacaba una pistola de la gabardina. Pensó que la gabardina era muy fea. Nunca le habían parecido bonitas, pero ésta era muy fea. Siempre se había imaginado que en ese momento lo atacaría la desesperación de no haber hecho tal o cual cosa; la desesperación de haber dejado algo inconcluso. No fue así. Estaba muy tranquilo. Tenía que pasar. Algún día iban a coincidir un descuido y un asesino.

Evaluó rápidamente sus opciones y determinó que no había tiempo ya. Se descuidó unos instantes y todo había terminado. También por un instante se preguntó quién sería quién logró finalmente acabarlo… pero era lo de menos.

Olvidó todo y observó la pistola apuntándo hacia él. Va a la cara. Se preguntaba si alcanzaría a ver la bala.