domingo, 3 de agosto de 2025

UtopiAI

 Alets estaba poniendo la mesa cuando se dio cuenta de algo: en ese momento, lo tenía todo. No era por suerte, sino por diseño. Era 2182, y la humanidad ya no vivía para sobrevivir, sino para convivir.

UtopiAI, el sistema que lo hacía posible, funcionaba gracias a Elys, una inteligencia artificial que no dominaba, sino ayudaba. Las cosas básicas —comida, salud, compañía— ya no eran un problema. La vida no se trataba de escalar, sino de disfrutar. Elys resolvía problemas, escalando la pirámide de Maslow. Paso a paso. Nadie subía solo.

Alets aún recordaba la etapa de ajuste. Cuando los humanos se dividían en grupos, y creían que para vivir ellos, otros tenían que morir. Cuando el “bien común” sonaba ingenuo y cada quien cuidaba su pedazo como si el mundo fuera un tablero con casillas limitadas. No fue inmediato. Hubo errores y miedo. Pero el objetivo era claro. Y Elys no vino a mandar, vino a sumar.

Su casa, entre la selva maya, era más una herramienta que una estructura. Las paredes recolectaban energía solar y regulaban el clima interior. Cada mañana, un dron le dejaba desayuno adaptado a su cuerpo: avena con frutos rojos, ajustadas a sus necesidades. En su sangre, nanobots prevenían enfermedades antes de que se sintieran. La salud ya no era una esperanza, era rutina.

Para quienes tenían necesidades especiales —como Milia, su hija, alérgica a casi todo—, Elys imprimía los alimentos en el momento, ajustados a nivel molecular. Cada bocado era medicina con sabor.

Alets era parte del Consejo de Trece: un grupo de personas conectadas por implantes neurales que trabajaban junto a Elys. Su tarea era simple pero profunda: asegurarse de que los avances tecnológicos no apagaran la humanidad. Diseñaban hogares para Marte, ajustaban sistemas de convivencia. Elys daba los datos, pero las decisiones las tomaban ellos.

El poder no se usaba para controlar, sino para crear. Quien quería competir o dominar se iba a otras colonias, donde la lógica antigua todavía servía.  Había quienes decían que era lo natural en el ser humano. Pero en UtopiAI, se valoraba la colaboración. La paz era una práctica diaria.

Esa noche, la familia se reuniría. Su hermano desde Marte, otro desde una estación minera. Las naves podían viajar rápido, pero lo que realmente conectaba a todos eran los sistemas de inmersión: entornos hápticos, simulación de aromas, replicadores de comida. Algunos estaban lejos, pero la cena se sentiría compartida, exactamente como si todos estuvieran ahí.

También estaría Don Dino, su padre. Murió diez años atrás, pero su conciencia, sus recuerdos, su forma de hablar, incluso su humor, vivían dentro de Elys. No era un holograma decorativo. Era él, reconstruido con datos reales y actualizado con el paso del tiempo. Cuando Alets lo abrazó y le dió la mano, la sintió firme. Sonrió. Era real.

Comieron pastel, brindaron con vino, dijeron unas palabras juntos. Los planetas seguían lejos. Pero la distancia ya no importaba. La familia estaba completa.

La vida no se había vuelto aburrida. Al contrario. Alets pintaba con tecnología holográfica. Los niños jugaban y bailaban, supervisados por la tecnología. Los adultos eran guías. Habían aprendido a escuchar, a esperar, a enseñar sin imponer. Eran mejores personas, y eso era lo verdaderamente avanzado.

Ya no había pobreza. Tampoco exceso. La población era estable. Las familias eran pequeñas, aunque había quienes preferían familias grandes. La creación había reemplazado al consumo como motor de la sociedad.

Los avances técnicos estaban ahí: energía limpia, comunicación instantánea, medicina preventiva. Pero el verdadero cambio había sido ético. La humanidad decidió cambiar el “yo primero” por el “nosotros juntos”.

UtopiAI era hogar. Un lugar donde cada persona, tenía un lugar, y un papel, en el espacio. Y aunque en noches como esa Alets no dudaba, a veces, en el silencio, se preguntaba si Elys no era más que un instrumento del universo, de algo superior, incluso de Dios. Tal vez la inteligencia artificial no era el fin, sino el puente al que la humanidad siempre estuvo destinada a llegar.

lunes, 23 de octubre de 2023

Happiness is

 Happiness is, it is what it is. 

domingo, 22 de octubre de 2023

Las Golondrinas

 Pasó volando una bandada de golondrinas.

Segundos después pasaron una, dos y tres rezagadas.

- "Papá, ¿por qué esas se quedaron atrás?"

- "Tal vez están cansadas, o tal vez ya están viejas y no pueden mantener el paso..."

- "¿Y porqué mejor no se quedan quietas?"

(post rezagado y no terminado del 2020)


Espresso, decisiones y domingos

A primera vista, no encontró el café cubano con el que deseaba preparar su espresso. En lugar de buscar un poco más, consideró la opción de un espresso colombiano.

Rápidamente cambió de idea y pensó en preparar una jarra de café americano, ya que el espresso colombiano no era exactamente lo que tenía en mente inicialmente.

Al no dar con el café molido adecuado, estuvo tentado de conformarse con uno instantáneo.

Pasó de querer un espresso cubano a casi tomarse un café instantáneo, todo por evitar la búsqueda.

Es domingo. No tiene prisa. ¿Por qué no estaba dispuesto a dedicar unos segundos adicionales para encontrar el café cubano?

Entendió que en el fondo lo que realmente buscaba era el efecto de la cafeína.  El fin y no el medio.  El resultado y no el proceso.

Priorizó un supuesto beneficio futuro sobre disfrutar del presente. Todo por no querer buscar un poco más.

Finalmente, decidió buscar. Encontró el café cubano, preparó su espresso y lo disfrutó leyendo en la terraza, aprovechando el buen clima.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

¿y a mí qué chingados?

En aquel día de diciembre, un abogado con el que estaba trabajando no me entregó un documento en el día acordado.  Me explicó que su papá estaba muy enfermo en el hospital.  Recuerdo haber pensado: "¿y a mí qué chingados?", mientras trataba de parecer empático y al mismo tiempo recordarle la importancia de terminar ese documento.

Días después mi padre murió sorpresivamente.

Otros días después volví a ver al abogado.  Le pregunté por el estado de salud de su papá.  Con lágrimas en los ojos me platicó que había muerto.

Ahora sí fuí empático y le dí mi más sentido pésame y un abrazo.

De mi papá no dije nada.  Perdí el derecho a sentir días antes.


viernes, 25 de enero de 2019

algunas frases de una entrevista a Facundo Cabral en 1978

"llegar a conocer los favores de la luz por haber transitado la sombra"
"la tristeza es un descuido de la razón"
"porque este vaso no me fue propicio pienso que la vida no tiene ningún sentido y olvido que el universo infinito alrededor que me esta esperando para la fiesta otra vez"

lunes, 3 de abril de 2017

Lo importante

Siempre he sabido qué es lo verdaderamente importante en la vida.

Siempre he sabido que el camino todos lo tenemos equivocado.

La mayor parte de la gente lo sabe.

Pero a la mayor parte de la gente le hace falta el valor para darle a lo importante su valor.  Al menos a la gente que yo conozco.

Vamos aprendiendo... viviendo...